Ante la quiebra del PRI y el triunfo de Morena, el PAN tiene la obligación de volver al origen y, a partir de ahí, reconstituirse. Volver no para repetir: volver para reencontrar su misión y aplicarla a los tiempos actuales.
En los años sesenta, la juventud mexicana se sentía —como había previsto Octavio Paz en El laberinto de la soledad— “contemporánea de todos los hombres”.
Los mexicanos tenemos una deuda histórica con el movimiento estudiantil de 1968. En gran medida, le debemos nuestras libertades. Por eso es de celebrar que la televisión privada y la oficial ofrezcan series y documentales de alto nivel profesional sobre diversos aspectos del movimiento.
¿Cómo conmemorar el 2 de octubre? Por un lado, aportando a las nuevas generaciones la verdad histórica y debatiendo sobre los hechos y su legado. Pero hay deudas por saldar. Tenemos el deber de poner nombre y apellido a los héroes del movimiento, hoy olvidados.