Solo una estrategia de firmeza, pero también de contención responsable, secundada por la ONU y los principales países de Occidente, paliaría el temblor apocalíptico que nos circunda y envuelve.
Resulta extraño que un presidente dedicado a impartir diariamente clases de historia desdeñe la enseñanza de la historia en los llamados libros de texto gratuitos de primaria.
Vivimos una vez más bajo la sombra del caudillo. Esperemos que, llegado el momento, la Corte reivindique simbólicamente a Vásquez del Mercado y ampare la libertad de expresión contra los abusos del poder.