El ayer es irrevocable, dice Borges en algún sitio. Es el karma de cada uno. Los hechos del pasado se acumulan como una integral matemática sobre el presente y lo gravan de mil modos.
Tenemos una concepción restringida del progreso. Pensamos que el único progreso es el económico. Nuestro juicio sobre la marcha de la nación no discurre otras categorías.
De todas las ideas, ideologías y utopías sepultadas bajo los escombros del siglo XX, sólo quedó la más modesta, la democracia. No es un don predestinado a ciertos pueblos y vedado a otros: es una conquista abierta a todos.
Un líder y su equipo -me refiero, claro está, al "Vasco" Aguirre y la Selección- han levantado el ánimo nacional y han merecido el elogio unánime de la prensa internacional, aun de la más crítica.
La idea de la niñez ha cambiado constantemente a través del tiempo. "No sin lamentarlo pero sin abatirme, he perdido dos o tres hijos en edad temprana -escribió Montaigne".