Comentario: Pregunta a Enrique Krauze
Alfonso Guillén Vicente
No he terminado de leer el libro de Enrique Krauze, Spinoza en el Parque México –publicado por Tusquets editores en 2022– su biografía intelectual, con el extraordinario acompañamiento de José María Lassalle. Voy en la página 470.
La marcha multitudinaria del domingo 26 de febrero a favor del INE, a la que también convocó Krauze, me obliga a hacerle esa pregunta, si entendí bien la utilidad del filósofo judío y patriota holandés al que considera el gozne de la historia intelectual de Occidente, Spinoza.
El interrogante se lo planteo porque ya sé a qué fueron a la marcha los azules, los rojos y los amarillos, y también aquellos morenistas que acudieron a insultarlos. Sé que el país está muy dividido, y sé también que a estas alturas del partido ya no importa quién tiró la primera piedra.
Me preocupa, como creo que preocupa a muchos mexicanos, lo que va a suceder después –a finales de 2024 o al término del 2030– con la nación mexicana, tantas veces maltratada y tantas veces resurgida de sus cenizas. Mi percepción, lo mismo si escucho las voces del gobierno federal, que si me atengo al tono alterado de afamados y experimentados comentaristas de los medios, es que corremos el riesgo de cruzar esos límites que Jean Meyer ha señalado que Putin rebasó en su invasión a Ucrania. El punto del no retorno.
No debe ser así. No puede ser así. Aún si vamos a la nulidad de los comicios presidenciales de 2024. Porque, aún en ese escenario, espero que México pueda encontrar a un mexicano como Emilio Portes Gil, que aceptó ser presidente interino por algunos meses, pero sacó al país de la grave crisis política producida por el asesinato del presidente constitucional electo, Álvaro Obregón Salido.
No puedo negar que me ha gustado el texto de Krauze. En primer lugar, porque ha hecho un puntual recuento de la historia mexicana del último tercio del siglo XX. En segundo lugar, porque ha puesto de relieve el papel de Octavio Paz en la construcción de este país, a pesar de los bombardeos en los que se vio sometido por los intelectuales del grupo Nexos, tan admirados por sus luces y tan cuestionados por las armas que utilizan para torpedear a los que no consideran de los suyos.
Pero tampoco quiero dejar pasar entre los méritos de la biografía intelectual de Krauze el tema religioso. Como católico, valoro sus creencias y su erudición, y respecto al Dios de Spinoza, tengo que decir que su propuesta me parece sugestiva, aunque no la comparto. Esperaré al final de la lectura para una toma de posición definitiva.
Mi pregunta para Enrique Krauze es sobre la importancia de Spinoza en el Zócalo de la Ciudad de México, igual en las oficinas del Palacio Nacional que en la plancha donde reposa el asta bandera. Vale para la democracia de la posmodernidad y para el quehacer político del siglo XXI. Es acerca de si su propuesta está escondida también en la marcha del 26 de febrero. Porque, si es así, entonces México sí tiene una salida, si posee un porvenir; tal vez no feliz, pero por lo menos uno habitable.
En una larga intervención de José María Lassalle en el texto comentado, colocada entre las páginas 464 y 465, a propósito de Locke y Spinoza, el interlocutor de Krauze aporta las siguientes ideas interesantes:
No sabemos qué pasa en el siglo XXI ni cómo proteger los derechos de la persona frente a las incertidumbres… Es aquí donde, en mi opinión, irrumpe con fuerza la oportunidad del liberalismo de Spinoza. Hoy, no debe canalizarse exclusivamente sobre la acción porque no sabemos qué hacer. Hoy, como vio Spinoza, la libertad debe garantizarnos la capacidad de entender, no de actuar.
Enrique Krauze remata con maestría sobre la valía de Spinoza: “Ayuda a vivir, a perseverar. Spinoza es un bálsamo para ver el teatro del mundo con serenidad, sin alarmas inútiles ni entusiasmos excesivos” (p. 465).
Publicado en la revista Hechos y Derechos del IIJ de la UNAM el 9 de marzo de 2023.