La batalla moral de Diana Gatica
El nombre tuitero de Diana Gatica ha sido Mariana Guerra, @La_War. Es una guerrera. Así colaboró por muchos años (y decisivamente) en la edificación de las redes sociales que apoyaron a Andrés Manuel López Obrador, de quien sigue siendo una partidaria abierta, comprometida y leal. Así también asumió, desde el principio y hasta ahora, la defensa apasionada de los padres en la espantosa tragedia de la Guardería ABC.
En su cuenta de Twitter, Diana criticó mis ensayos y a la revista Letras Libres. Yo leí en su momento esas críticas, pero las respeté, porque creo firmemente en la libertad de expresión y la diversidad de las ideas.
De pronto, hace varios meses, Diana leyó con indignación la campaña antisemita que se desató en Twitter contra varias personas de origen o identidad judíos, entre ellos yo. Y enfiló su considerable talento, su energía inagotable, su pasión por la justicia y, sobre todo, su gran corazón, a luchar contra el racismo en las redes sociales. A Diana le parece una aberración que un sector de la izquierda mexicana (a la que ella pertenece) haya adoptado la ideología histórica de la derecha: el racismo. Nadie ha luchado como ella para criticar y corregir esa grave falta moral.
Por criticar el racismo, por defender a varias personas contra el prejuicio antijudío, Diana comenzó a ser objeto de infinitas vejaciones, calumnias, mentiras, agresiones, amenazas, no sólo contra ella sino contra su familia y su joven hija. En cualquier país enteramente civilizado, los perpetradores de esos delitos estarían tras las rejas. En México no.
Diana cree en la libertad de expresión pero sabe también que no debería usarse para incitar al odio y la violencia. Lo sabe porque ella ha sido la principal víctima de esas pasiones enfermas y ruines.
Si México llega a instaurar alguna vez una vida civilizada y tolerante, personas como Diana Gatica (y no hay muchas) podrían formar parte de nuevas instituciones públicas que proscribieran el racismo del discurso público mexicano. Mientras ese futuro llega (y esperemos que el Congreso y la Asamblea Legislativa del D.F. trabajen en propiciarlo) Diana Gatica seguirá padeciendo los ataques de esa extraña y vergonzosa inquisición racista y misógina que se ha incrustado en la noble tradición de la izquierda mexicana. Pero no estará sola en esa lucha.
Desde estas páginas denuncio esa campaña de odio, y a Diana le reitero mi solidaridad, mi admiración y mi amistad.