Merienda histórica
Clemente, viejo guanajuatense, culto y conservador, está en la creencia de que "El Pípila'' es un invento: toma al pie de la letra a Alamán. Piensa, además, que la famosa toma de la Alhóndiga fue una masacre atroz e injustificada.
Esa noche en la merienda, discute el tema con Santos, tan viejo, culto y guanajuatense como él, pero liberal, quien nunca ha dudado de la existencia de "El Pípila'' y se emociona al hablar del "Sansón mexicano'' entrando "a saco'' en aquella fortaleza para "liberar a México de 300 años de opresión''. La discusión la ha propiciado el nuevo Libro de Texto en que aprenderán historia sus nietos. Ambos sorben su chocolate con el ejemplar verde en la mesa.
Clemente: Por fin los libros de texto dejan de hacerle el juego a las leyendas y los mitos. Sí señor: (le abre el libro, muy orondo) busca a tu Pípila y buscarás en vano. No está en el texto porque nunca estuvo en la historia.
Santos: Pues el texto se equivoca, como tú te has equivocado toda tu vida. Alamán podrá ser muy respetable (y más este año, que cumple 200 años de nacido), pero se equivocaba. Odiaba a los insurgentes, y su odio lo cegaba. Nunca lo superó.
Clemente: Otra vez la burra al trigo. ¿Te tengo que repetir todo de nuevo? Alamán desmiente la escena de la Alhóndiga fundado nada menos que en las declaraciones de Abasolo. Según Abasolo, Hidalgo había permanecido lejos de la Alhóndiga, en el cuartel de caballería del regimiento del Príncipe. Además, el nombre del Pípila era desconocido en Guanajuato.
Santos: Pues se equivocaba. Don José María Liceaga demostró que el Pípila era minero de Mellado.
Clemente: Eso lo leíste en sus "Adiciones y rectificaciones a la Historia de México'', es decir, a la Historia de Alamán. Pero el nombre del Pípila, según el docto Liceaga, era Mariano y no Juan José de los Reyes Martínez, que dan otras fuentes, cosa que para mí es otra prueba de su inexistencia.
Además, Liceaga ya no consigna que Hidalgo se dirigiera al minero para preguntarle si estaba dispuesto a prender fuego a las puertas de la Alhóndiga, sino que fue el minero quien se ofreció. Todo es muy sospechoso.
Santos, abriendo su portafolio: Pues ahora, prepárate para lo que te traigo: un documento fechado en Guadalajara el 9 de febrero de 1811. Se trata de un juicio contra un prisionero de guerra insurgente llamado Quirino Puentes. Ahora lee aquí.
Clemente: "Preguntado si sabe que se hallen aquí algunos de Guanajuato que entraron a Granaditas el día 24 de noviembre a degollar a los ultramarinos, dijo: que en el día no se sabe se hallen algunos pero que aquí vio a un tal "Pípila', a Cayetano "Malcriado' y a "Carne Chapetona', que todos tres asistieron al referido degüello...''. ¡Ay caray!
Santos: ¿Me vas a decir que este reo, que por cierto fue pasado por las armas, te parece también sospechoso?
Clemente: Pues no, ¿verdad? No, sí, qué te puedo decir... Pero nadie ha probado que la escena histórica haya sido como la cuenta Bustamante. Y por lo demás, ya es hora de aceptar que el famoso "degüello'' fue una atrocidad. Deberían de poner eso en los libros de historia.
Santos: Alamanista de hueso colorado... No exageres.
Clemente se levanta, va a su biblioteca, regresa con unas hojas.
¿Exagero? Ahora tú lee aquí lo que ocurrió allí mismo, en Guadalajara, cuando Hidalgo se hacía llamar "Alteza Serenísima''.
Santos: "...pero en nada de esto se pensó, si no que fueron condenados a morir todos los que se hallaban presos en los colegios del Seminario y San Juan, no por un acto público, sino por una resolución privada de Hidalgo, que se intimaba a cada uno al momento preciso de ser acuchillado. Un lidiador de toros, llamado Marroquín, fue el encargado de ejecutar por sí mismo estas bárbaras matanzas, y por las noches, cuando la ciudad se hallaba en silencio, tomaba las partidas de españoles que conducía a la barranca del Salto, situada a ocho leguas, y los pasaba a cuchillo”.
Clemente: El texto es de tu admirado Mora. ¿Exageraba?
Santos, degollado: Pues no, ¿verdad? No, sí, qué te puedo decir.
Clemente: Viéndolo bien, eso de que el Pípila exista me libra de problemas. Ayer mi nieto me preguntó por el Pípila, le dije lo que creía y me contestó: "¡Qué mala onda! Hace apenas ocho meses me dijeron que Santa Claus no existe y ahora me salen con que el Pípila tampoco. ¿Quién sigue? ¿Tú?''.
Santos, pensativo: El torero Marroquín, caramba... con razón Allende decía que Hidalgo era el "cura cab...''.
Clemente: Cab... y bonito: qué, ¿no regó hijos por todos lados?
Santos: El Padre de la Patria. Yo lo admiro de cualquier modo. Y tú también, no te hagas. ¿Te acuerdas de lo que me dijiste una vez en Dolores? "Aquí nació México''.
Clemente: ¿Sabes quién ha sido el mejor biógrafo de Hidalgo? Un guanajuatense: Jorge Ibargüengoitia.
Santos: ¿Qué te parece si redactamos el pasaje histórico del "Pípila'' de común acuerdo?
Clemente: De acuerdo.
Clemente y Santos, lápiz en mano, discuten media hora, tachan, borran, aceptan, niegan. Por fin, "texto habemus''. Llaman al nieto, que de mala gana se sienta.
Nieto, con mueca...: ¿Qué onda? Ahora me va a dar la noticia de que el Cura Hidalgo no fue cura ni fue hidalgo ni fue nada.
Clemente: Los ancianos primero. Léelo tú...
Santos: Aquel 24 de noviembre, el pueblo que seguía al Cura Hidalgo entró a "saco'' a la Alhóndiga. Algunos dicen que un trabajador de las minas, a quien apodaban "El Pípila'', con una losa en la espalda y una tea en la mano, avanzó en la balacera y quemó la puerta. Otros historiadores lo niegan, pero el caso es que así como "El Pípila'', otros muchos entraron con él a ese edificio y pasaron a cuchillo a todos los españoles que se habían refugiado allí. Fue una matanza cruel''. ¿Qué te parece?
Nieto: Por fin, el Pípila sí existió. Qué bueno. Me cae bien. Pero lo del saco ese, y las cuchilladas, estuvo mal ¿no? Aunque era la guerra contra los españoles. ¿Había niños adentro? Bueno, ya me voy.
El nieto se levanta visiblemente contento y se va. Clemente y Santos se miran las caras, satisfechos. Han reescrito un capítulo de la historia nacional.
Clemente: ¿Una copita? ¡Salud por los paisanos, Alamán y Mora!
Santos: Y por el otro paisano, "El Pípila''
Clemente y Santos: ¡Por la verdad! ¡Salud! ¡Salud!
ESTE ES EL BUENO
El Norte