Posdata a “Los Idus de marzo”
En “Los Idus de Marzo” (publicado en Letras Libres, en 1999) evoqué la tragedia personal de Luis Donaldo Colosio: un hombre noble, generoso, abierto, que creía genuinamente en una reforma democrática del poder pero que nadaba en un mar infestado de tiburones. Julio Scherer y yo —sus amigos, que lo apreciábamos mucho— quisimos persuadirlo de salir de ese mar, salvarse y salvar a los suyos.
Para mi sorpresa, algunos allegados a Colosio han interpretado mi texto como una crítica fría, algo que le resta grandeza a su dimensión política. No se dan cuenta de que su asesinato fortalece mi hipótesis. De haber tenido un sentido más duro y realista del poder, se habría salvado, ya sea ejerciéndolo con firmeza o apartándose de él para formar, por ejemplo, una nueva organización opuesta al PRI. Pero no podía tener ese sentido justamente por ser como era: un hombre que creía que la bondad es un escudo suficiente contra el mal. Esa fue su tragedia. Y la nuestra.
“Los Idus de marzo” no es un veredicto: es un Réquiem por un amigo.