Enrique
Krauze

José Vidal-Beneyto escribe que para "encauzar al México bronco al que se refería don Jesús Reyes Heroles (...) es fundamental incorporar a la izquierda política del país, institucionalizarla, en lugar de seguir cerrándole todos los accesos pacíficos al poder".

Si don Jesús Reyes Heroles volviera a vivir (murió en 1984), podría enseñarle algunas cosas al profesor Vidal. Le diría, por ejemplo, que la institucionalización que tanto reclama comenzó precisamente con una iniciativa suya, que en 1978 incorporó por primera vez a la izquierda mexicana (hasta entonces predominantemente revolucionaria) a la vida parlamentaria. Le diría que a partir de ese momento, la izquierda no ha dejado de acceder -pacífica y crecientemente- al poder, a través de los votos, tanto en los ámbitos ejecutivos como legislativos, y a todo lo largo y ancho del país. Le diría que, desde 1997, el PRD conquistó la alcaldía del DF (que desde entonces ha mantenido); que también gobierna los Estados de Michoacán, Guerrero, Baja California Sur y Zacatecas, y que a raíz de las elecciones del pasado julio, alcanzó un nivel de representación sin precedentes en el Congreso, donde ahora es la segunda fuerza.

¿Dónde está el bloqueo de los accesos pacíficos al poder? En la mala lectura de Vidal-Beneyto, que por cierto confunde a Sergio Aguayo Quezada con un Sergio Alonso Quezada (por fortuna, no escribió Quijano) que sólo está en su imaginación.

Para "encauzar al México bronco" se necesita, sobre todo, que la izquierda no abandone el cauce democrático ni "mande al diablo a las instituciones", como ha hecho López Obrador.

El País