El populismo no mata (directamente) a millones, pero destruye la vida de mil maneras. Bendecidos por la "pureza" de sus fines, los populistas no tienen remordimientos con los medios. Hacen el mal a sabiendas.
Su impecable conducción del IFE le ganó una aprobación universal y un sitio en la historia que nadie, nunca, podrá regatearle. "El IFE de Woldenberg" es un referente de institucionalidad y limpieza electoral.
En un país en el que el periodismo se ha vuelto una profesión de altísimo riesgo, los poderes locales de toda índole (legales e ilegales) pueden interpretar las invectivas presidenciales como un permiso para dañar e incluso llegar a matar.
No sé cuánto durará la nueva presidencia imperial, no sé cuándo lograremos consolidar una presidencia institucional, pero en todos los casos habrá que seguir diciendo NO al poder, en particular al poder absoluto en manos del presidente en turno.