En un país en el que el periodismo se ha vuelto una profesión de altísimo riesgo, los poderes locales de toda índole (legales e ilegales) pueden interpretar las invectivas presidenciales como un permiso para dañar e incluso llegar a matar.
Hasta hace poco, el veredicto sobre la gestión de Luis Echeverría, quien cumple cien años el 17 de enero, parecía definitivo. Pero una sorpresiva variante de su "estilo personal de gobernar" obliga a recordar aquel sexenio.
No sé cuánto durará la nueva presidencia imperial, no sé cuándo lograremos consolidar una presidencia institucional, pero en todos los casos habrá que seguir diciendo NO al poder, en particular al poder absoluto en manos del presidente en turno.