"No olviden a este pequeño condottiero del siglo XX”, escribió el Che Guevara a sus padres antes de embarcarse hacia Bolivia, la estación final de su singular aventura.
Se llamaba Ricardo Mestre Ventura. Despachaba o, mejor dicho, oficiaba en un modesto departamento interior de un viejo edificio en la calle de Morelos, en la Ciudad de México.
Conocí a Andrés Manuel López Obrador, el famoso y controvertido jefe de gobierno del Distrito Federal, una mañana (casi una madrugada) de agosto de 2003.
Hemos conmemorado los doscientos años del natalicio de Benito Juárez sin darnos cuenta de una triste verdad: carecemos de una biografía moderna del gran personaje.
Al enterarme del fallecimiento de Don Fernando Hiriart Balderrama, uno de los más eminentes ingenieros mexicanos, quise conocer un poco de su biografía.
En la tradición judía las personas no se confiesan. Yo en general he respetado esa norma, pero en esta ocasión prefiero cometer un sacrilegio simbólico y confesar que siempre soñé con ser miembro de El Colegio Nacional.