El crítico errante: Pedro Henríquez Ureña
El fin que buscamos es la redención no del exilio, sino en el exilio: destruir el exilio, idealizándolo
Rabi de Polnoye, siglo XVIII
La posteridad literaria, ya se sabe, es veleidosa y quizá imprevisible pero no siempre injusta. Temiendo su incomprensión o su olvido pocos se atreven a verla cara a cara. Pedro Henríquez Ureña fue uno de ellos:
Mi vanidad me dice que yo, que a los ojos de unos cuantos mexicanos y cubanos soy una personalidad singular, corro el peligro de pasar, no diré a la historia, sino a la croniquilla literaria de América, como una leyenda egañosa...
[Fragmento]
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Vuelta, núm. 100
*Este texto se compiló en Mexicanos eminentes; en Memoria del segundo encuentro sobre historia de la universidad, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986; en Pedro Henríquez Ureña, Memoria. Diario. Notas de viaje, Fondo de Cultura Económica, 2000; y en Ponencias de la semana internacional en homenaje a Pedro Henríquez Ureña en el cincuentenario de su muerte, ed. Jorge Tena Reyes, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos de la República Dominicana, 1996