Cri Rodríguez, SinEmbargo

Entrevista: Enrique Krauze: «Tengo una gota anarquista con la que no voy a romper nunca»

Nicolás Poblete Pardo

El historiador y ensayista Enrique Krauze (1947) visitó Chile a fines de 2022 para presentar su monumental publicación Spinoza en el parque México, texto conformado por una serie de entrevistas realizadas a lo largo de un prolongado tiempo junto a su amigo, el también escritor y liberal español, José María Lasalle.

A través de esa larga charla libresca, Krauze abarca diversos temas que le permiten repasar sus raíces, su tradición y a la híbrida cultura mexicana.

Gran parte de la publicación está dedicada a sus mentores, maestros, y personas que lo formaron intelectual y espiritualmente, como es el caso de sus abuelos. Es allí donde se esconde el enigma de Spinoza, su admiración y su atracción por el filósofo neerlandés (1632 – 1677) y a su idea de «el epítome de la otredad», en un interés que permea todo el volumen y el cual se expande hacia distintas áreas del saber y del pensamiento.

En Spinoza en el parque México, Krauze nos comparte su infancia, su aprendizaje, su rol como historiador y editor, y su postura como tenaz adversario de la violencia y del populismo, especialmente en su faceta más política.

Haciendo un paneo por las realidades occidentales del siglo pasado y recorriendo, asimismo, Latinoamérica, a través de un sinfín de referencias literarias, que van desde Octavio Paz hasta Enrique Lihn, este volumen sirve como una verdadera enciclopedia de un tramo histórico que vio álgidos hitos en nuestra cultura, y cuyas repercusiones seguimos viviendo.

«México es un país violentísimo»

—Háblanos de la llegada a México, que recuerda a ese idílico Toledo, aquel momento donde conviven y confluyen distintas culturas y religiones. Estar en un lugar seguro, esa sensación de poder expresarse.

—México tiene muchos problemas, pero tiene una ventaja, que es un país mestizo, un país proclive a la mezcla, a la incorporación de distintas personas y culturas; es un país variado, es un país de índole tolerante.

Los problemas de México son otros, son políticos, y son de clasismo, pero no de raza ni de religión, y yo padecí muy poco antisemitismo. Solo recientemente, a raíz de la polarización con las redes sociales y de mi postura adversa al PRI, siempre adversa al poder, por principio (tengo una gota anarquista con la que no voy a romper nunca) surgieron voces antisemitas muy brutales, que me sorprendieron.

Ahora México no es seguro, porque es un país violentísimo, las erupciones del subsuelo social explotan y producen cientos de miles de muertos. Pero la inseguridad nunca fue por la vía de la religió o la raza.

«Mi tribu es la humanidad»

—Releyendo a Isaiah Berlin, discutes el concepto de «nosotros»: «Yo creo que esas ideas se explican por su biografía, la originalidad que puede convertirse en una imposibilidad».

—Yo creo en las identidades plurales, uno puede ser liberal y judío, y británico y melómano y estudioso del romanticismo, y muchas cosas como lo fue Isaiah Berlin y ser un ser humano coherente, incluso en las contradicciones. Yo no siento esos conflictos de identidad.

Pertenezco al tronco del pueblo judío, nací en ese seno y ahí moriré, me enterrarán en un cementerio judío, con el rito judío. No tengo sentimientos religiosos ni práctica religiosa, pero soy enormemente respetuoso de algunos libros. Pero, ante todo, mi tribu es la humanidad.

Soy un liberal en un mundo populista y autoritario. Soy un historiador mexicano que ama y que ha querido dar a México algo de lo mucho que le dio el país a mi familia, dándole historia y llevando la historia a través de libros, documentales. He querido construir empresas, escribir libros, hacer un servicio.

Cuando uno tiene una vida activa volcada a hacer cosas, no tiene mucho tiempo para las torturas de la identidad, entonces yo sí creo que sin ningún problema no hay más persona que la individual, es indivisible, pero creo —a diferencia de lo que piensan los ultra liberales económicos—, que la persona encuentra el sentido en una comunidad. No es nuevo lo que te estoy diciendo, pero es una visión serena, hasta cierto punto.

El valor de la cultura y el idioma yiddish

—Dedicas varias entradas a honrar a determinados mentores en tu educación.

—Mi primer mentor fue mi abuelo, ese fue un mentor filosófico, me hablaba de historia, de cultura, de la historia judía y de la historia del socialismo.

Ahí hubo un primer mentor, que me enseñó la realidad triste de la desilusión, de las grandes ideologías. También el valor de la cultura y el idioma yiddish, que floreció e hizo cosas extraordinarias en lo literario, en el teatro, en tantos aspectos, pero que desapareció junto con el exterminio de los nazis y también por obra de Stalin.

Publicado en Cine y literatura el 19 de enero de 2023.

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