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Entrevista: “Los políticos españoles abusan de la Historia para legitimarse”

Concha García

La vida intelectual de Enrique Krauze va directamente ligada con la emocional. Su abuelo, durante paseos y tardes en las bancadas del Parque México, le hablaba sobre Spinoza, de quien el historiador se convertiría en admirador. Esas conversaciones con familiares, amigos o maestros fueron hilvanando sus profundos conocimientos, que ahora vuelca en forma de su libro más íntimo y revelador. El ensayista y crítico del poder mexicano publica «Spinoza en el Parque México» (Tusquets), una obra que, a partir de diálogos con José María Lassalle, revela las ideas y lecturas que durante su vida construyeron su experiencia e intelectualidad.

¿Es el alter ego de Spinoza?

Qué buena pregunta. De ninguna manera. Es una inspiración que comparto con tantísimos escritores y pensadores desde finales del siglo XVIII. Especialmente, una inspiración para los judíos seculares, porque cuando abrían las ventanas de su ámbito religioso, tan cerrado, la luz de la cultura universal se ligaba inmediatamente a Spinoza. Borges me dijo si había notado que Spinoza es capaz de concitar devociones. Yo soy uno de sus devotos.

La relación que su abuelo le aportaba respecto al mundo judío, ¿cómo le ha enriquecido?

En una vocación universalista, que fue la que lo llevó a él y tantos otros a creer en el socialismo. Es posible una sociedad más justa, más solidaria, pero desgraciadamente todos los experimentos, empezando por el ruso, que se hicieron de imponer desde el Estado una utopía socialista, comunista, llevaron a la dictadura y a la opresión, al hambre y a la muerte.

En el libro dedica un capítulo al Holocausto, ¿cómo se debe leer esa parte de la Historia?

Es un límite en la historia humana que hay que recordar para que no se repita. Y tan cierto es eso que, de alguna forma, por no recordar lo suficiente, se está repitiendo. Putin no tiene campos de exterminio, pero probablemente sí de concentración. Todavía no sabemos qué está pasando, aunque algo conocemos de lo que ocurrió en las regiones que ocupó Rusia. Los bombardeos a los objetivos civiles no son millones de personas, pero cualitativamente es muy similar. Es Guernica todos los días.

Durante el Holocausto había un desconocimiento social que quizá ahora se esté repitiendo, ¿debemos prestar más atención?

Ahora ya no es como entonces, que no había ni imágenes. Si abriésemos los ojos veríamos lo que nos está llegando en Instagram, Facebook o Twitter. Que haya personas que defiendan eso es increíble, prueba de que el ser humano es incapaz de comprender las lecciones de la Historia. Debemos recordar para prevenir, y también para honrar al pasado, a los hombres y mujeres valerosos que lucharon.

¿Somos buenos lectores del pasado, ahora que se «selecciona» lo que debemos recordar?

En España ha habido un abuso de la Historia para usos políticos. La Historia, desde Herodoto, es una disciplina que busca conocer qué ocurrió, cómo y cuándo. El por qué es más difícil. ¿Por qué ha desatado Putin esta guerra? Por su delirio y locura personal. Los españoles están abusando de la Historia, sobre todo los políticos, para legitimarse, para alimentar a su base electoral, pero no para conocerla. Se debe tratar de comprender, es más importante que juzgar y erigirse en inquisidor y juez del pasado. Para esto se necesita que los historiadores estemos más activos.

¿Es un peligro la expansión del populismo en cada extremo?

Resulta interesante que no hay derechas ni izquierdas, sino que es el populismo frente a la democracia y la libertad. El populismo tiene mucho de fascismo, también el de izquierdas, porque se caracteriza por el culto a la personalidad, al monopolio de un político que tiene el micrófono y no lo suelta. Y ese es Trump, Bolsonaro, Chávez y otros líderes que no mencionaré. El populismo es lo que antes era la demagogia: una enfermedad de la democracia, y el resultado siempre es el desastre. España todavía no está ahí, pero tiene pulsiones.

La palabra «todavía» es ambigua.

Antonio Machado decía «hoy es siempre todavía», con un sentido poético. Pero esa palabra es angustiosa cuando se trata de política.

¿Cuál es la clave para mejorar la vida pública?

Practicar y enriquecer el debate público. Spinoza fue excomulgado y repudiado, pero permaneció imperturbable, basándose en la libertad de pensamiento, de creencia y de tolerancia. Decía que la de pensamiento es natural, entonces también lo es que puedas expresarlo. Y un gobierno que intenta dirigir eso va a desembocar en dictadura. En España se está hablando muy alto y escuchando poco. Y cuidado con los extremos, porque cuando se hunde el centro el vaticinio es facilísimo: prevalecen los extremos y se van a matar tarde o temprano.

Recopilando sus conversaciones con Lassalle para esta obra, ¿en qué puso más el foco?

En el valor de la conversación. No me quedó nada en el tintero, y espero que sea un libro de consulta sobre tantos temas. El denominador común de mi vida ha sido una travesía liberal, aprender el valor de la libertad.

La libertad es un concepto que es importante respetar.

Hay que tener un respeto general a las palabras, sobre todo a la de «libertad». El populismo la degrada, distorsiona, prostituye. Nuestro tiempo es canalla porque degrada la palabra, pero creo en el instinto de libertad humana.

Publicada en La Razón el 7 de octubre de 2022.

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