El país abriga un agravio insatisfecho. Su origen es la irresponsabilidad con que el gobierno dispuso de la enorme riqueza que pasó por sus manos entre 1977 y 1982.
En un transparente prólogo a las Páginas escogidas (1940), Antonio Castro Leal comparó algunos cuentos de Vasconcelos con los paisajes del pintor holandés Ruysdael, en los que una angosta faja de tierra sostiene un cielo inmenso.
El sentido apostólico de aquella Secretaría de Educación es lugar común. Era, claro, una empresa redentora, pero lo que interesa es averiguar el sentido personal de esa redención.
México vive una de las crisis económicas más severas de sus historia. No es, por supuesto, la primera vez que estamos en un brete y recordarlo no deja de ser un consuelo.