Cualquiera que sea el resultado en las urnas, espero que los chilenos no olviden la tradición republicana que los ha formado. Espero también que recuerden la gran lección del siglo XX: las ideologías redentoras conducen a desastres inmensos.
El presidente de México quiere una universidad dogmática y militante, no una universidad plural, abierta y libre. Su proyecto tiene un precedente aleccionador.
Número tras número, Plural me persuadió, me convenció. Me di cuenta de su oposición a toda dictadura, ya sea la de Pinochet, la de Castro o la más embozada del PRI.
Tras el desaguisado de los legisladores que firmaron una alianza con VOX, el partido xenófobo y fascista de España, el Partido Acción Nacional tiene una sola salida constructiva: volver a la tradición democrática que representó su principal fundador, Manuel Gómez Morin.
El gobierno que se proclama liberal quiere modificar la escritura liberal de nuestra historia plasmada en el Paseo de la Reforma. No hay razón que lo justifique.
Su mérito fue escoger el momento más interesante y más complejo de esa cultura, ver la oportunidad de abordar el "drama memorable" –como lo había calificado William Prescott– de la conquista de México.
Hago votos para que siempre, por sobre los designios del poder, impere la vocación del saber. Que nunca más el odio impida el diálogo. Así la historia podrá cumplir con su más alta misión, la de ser camino de comprensión y de concordia.