Si se busca el poder, hay que quererlo de verdad. Esa voluntad casi obsesiva, obviamente, no es condición suficiente pero sí necesaria para alcanzarlo.
Frente a la mesa donde se llevó a cabo uno de los actos más dramáticos y significativos que he atestiguado, recordé otro movimiento que exigía un diálogo público, y otro presidente que, a diferencia de Calderón, se rehusó aceptarlo.
En México hemos sido malos vendedores de nuestros atractivos y aún peores vendedores de nuestras desgracias, sobre todo si provienen principalmente -como es el caso de la criminalidad asociada a las drogas- de los Estados Unidos.
Para enfrentar su indecible dolor, Javier Sicilia ha acudido a la fuente primera y última de su ser -su fe religiosa-, y desde allí lanza un llamado estremecedor a "todos los grupos" de este país (incluidas "las mafias del crimen organizado") para llegar a un pacto que nos permita detener la violencia y "recuperar el amor".
Amparada en el anonimato, la intolerancia política está muy presente en los correos electrónicos, los blogs y las redes sociales, tan prodigiosas por lo demás.