La elección del 2006 despertó una energía social extraordinaria. Mucha gente a la que no le interesaban los asuntos públicos se vio de pronto envuelta en acaloradas discusiones con amistades, familiares o desconocidos.
Pete Hamill, admirable escritor y periodista estadounidense -neoyorquino, mejor dicho-, tiene devoción por México. Estudió aquí a mediados de los años cincuenta y desde entonces se volvió mexicano por adopción.
Para un país, ser a la vez premoderno, promoderno, antimoderno y postmoderno puede suponer ciertas ventajas, como saben quienes aprecian el mosaico cultural de México.
José Vidal-Beneyto escribe que para "encauzar al México bronco al que se refería don Jesús Reyes Heroles (...) es fundamental incorporar a la izquierda política del país, institucionalizarla, en lugar de seguir cerrándole todos los accesos pacíficos al poder".
Al atestiguar los efectos de la lectura de la historia en Andrés Manuel López Obrador, creo que Valéry fue demasiado piadoso: el sueño de la historia, mucho más que el de la Razón, produce monstruos.