June 11: It’s a clear, sunny Sunday afternoon. Mexico City is full of tricolor emblems — green, white, and red like the flag — and the sound of horns and all kinds of noisemakers delivering a triple blast: ME-XI-CO.
Conocí a Andrés Manuel López Obrador, el famoso y controvertido jefe de gobierno del Distrito Federal, una mañana (casi una madrugada) de agosto de 2003.
Para calibrar el papel que ha jugado el presidente Vicente Fox en esta áspera, reñida y preocupante contienda electoral, basta compararlo con su predecesor.
Según el censo de 1910, México tenía 15 millones de habitantes. Cinco años después, en el momento álgido de la Revolución Mexicana, los ejércitos no sumaban más de 80 a 100 mil hombres.
Tal como están, los debates funcionan mal. Son largos, tediosos, rígidos, solemnes. Pero es tal su importancia para la democracia, que no podemos darnos el lujo de mantenerlos como están.