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¿Podrá este poeta salvar a México?

Algo inédito está ocurriendo en México. Hace unas semanas, una caravana de 14 autobuses, viajando bajo el liderazgo de Javier Sicilia, poeta y fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, llegó a la Ciudad de México luego de un recorrido de 10 días por el país. Cada uno de sus movimientos fue seguido por los medios nacionales, y miles de partidarios se presentaron para darle la bienvenida a su regreso.

La caravana fue organizada en protesta contra la violencia relacionada con las drogas, que ha cobrado más de 40 mil muertes y al menos 9 mil "desaparecidos" en el país desde el 2006. Era sólo una parte de un despertar mayor de la sociedad civil, que está visible en los intensificados esfuerzos de investigación de la prensa, una aplicación más agresiva de las leyes anticorrupción y la formación de asociaciones voluntarias enfocadas en todo desde el medio ambiente hasta la pobreza.

Sin embargo, es el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad el que ha llamado más la atención. En sólo cinco meses, ha organizado marchas pacíficas por todo México, al reunir a decenas de miles de personas quienes, de lo contrario, nunca se habrían atrevido a levantar la voz. Está conformado de ciudadanos comunes y corrientes, unidos por la angustia de perder hijos, hermanos y padres ante la violencia.

Sicilia es una de esas personas: un poeta que renunció a escribir versos luego del asesinato de su hijo, Juan Francisco, de 24 años, el 28 de marzo del 2011, en Cuernavaca, presuntamente por miembros del Cártel del Pacífico Sur.

No obstante, él ofrece más que solidaridad emocional. Sicilia y sus colegas tienen ideas concretas sobre cómo debe cambiar el Gobierno. Ya han sostenido dos reuniones sin precedentes con el Presidente Felipe Calderón y diputados y senadores.

El movimiento es importante por su valor simbólico y porque, históricamente, las sociedades agobiadas por el conflicto sólo pueden dar pasos significativos hacia la paz cuando la gente promedio se une contra la violencia.

En el México moderno, los ciudadanos tradicionalmente han sido relativamente callados, y los legisladores no representaban a nadie. La democracia multipartidista finalmente llegó en el 2000, pero es apenas ahora que ha regresado la verdadera protesta.

Una de las razones de la popularidad de Sicilia es que no busca el poder, sino llamar a cuentas a los que están en el poder. En junio, el movimiento convocó a familiares de algunas de las víctimas con representantes del Gobierno para una reunión. Eran de clase media y gente pobre. Todos, indignados porque el Gobierno no ha llevado ante la justicia a los asesinos de sus seres queridos. Allí, alrededor de una gran mesa rectangular, detallaron su sufrimiento. Cada uno había antepuesto la fotografía de sus muertos en la mesa, para hacerlos partícipes del diálogo.

Aunque el movimiento tiene una impregnación religiosa (Sicilia es un católico de izquierda), sus propuestas son absolutamente terrenales y prácticas. Le hacen un llamado a Calderón para que realice una minuciosa investigación de los nexos entre los políticos y el crimen.

Asimismo, el movimiento le ha pedido al Congreso modificar la propuesta de Ley de Seguridad Nacional que se está discutiendo, que el movimiento considera pobre en el tema de derechos humanos.

También enfatiza la necesidad de una eventual despenalización del consumo de algunas drogas. Calderón ha escuchado, pero aún no ha cambiado su postura.La presión cívica es una señal prometedora de madurez en nuestra democracia, y absolutamente necesaria si queremos avanzar más allá de la violencia. El punto crítico, y uno que Sicilia no debe perder de vista, es que su movimiento no puede estar completamente en contra del Estado. Debe alinear sus actitudes e ideas populares con las necesidades elementales del Estado, para ayudarlo a recuperar su monopolio sobre el uso necesario de la fuerza.

Las bandas que asuelan los estados del norte de México no se conmoverán sólo ante su prédica. Un pacifista gandhiano por naturaleza, el poeta alguna vez dijo que quería entrevistarse cara a cara con los asesinos confesos de su hijo. Pero un día, un funcionario le informó sobre las imágenes atroces encontradas en el celular del autor intelectual del crimen, quien orgullosamente ostentaba las cabezas cortadas de sus víctimas. Sicilia decidió no verlo. "Ya no son humanos", me dijo.

Este hombre de literatura, quien ha contemplado el problema del Mal con su imaginación, ahora debe confrontar un Mal tangible a través de sus acciones.

Reforma

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