Precisiones necesarias

En diversas ocasiones el presidente ha sostenido que en mis trabajos históricos olvidé la matanza de “15 mil” yaquis cometida por el gobierno de Porfirio Díaz. En “La mañanera” del 19 de enero afirmó que, según yo, “Díaz Ordaz asesinó a más gente que Porfirio Díaz”. Se trata de dos equívocos que provienen de su lectura de este párrafo mío:

Por lo que hace a su saldo de sangre, Porfirio Díaz no fue, ni remotamente, el mayor asesino de nuestra historia. Los crímenes que refieren J. K. Turner y otros críticos […] son ciertos y deplorables, pero la medalla de oro en esa práctica no la tiene Porfirio Díaz sino el otro Díaz de nuestra historia reciente (Ordaz), varios caudillos de la Revolución y los presidentes sonorenses.

No hay tal olvido. En mis libros hay amplias referencias a la guerra de los yaquis. Es él quien ha olvidado corregir su error al citar la cifra de muertos. Se lo señalé públicamente, en su momento: la cifra correcta es mil 500.(1)

Pero más allá de esa precisión, el propósito de mi párrafo era comparar los crímenes del porfiriato con los de los tiempos posteriores. ¿Cuántos mexicanos murieron en la Revolución por efecto de la violencia? Nadie lo sabe, pero la diferencia entre los censos de 1910 y 1921 fue de 825 mil 589. Descontando la emigración a Estados Unidos y la gente que murió por hambre y enfermedades (tifo, influenza española), la cifra de muertes violentas puede aproximarse a los 250 mil. ¿Cuántos chinos fueron masacrados el 15 de mayo de 1911 en Torreón? Oficialmente 303. ¿Cuántos murieron en la rebelión delahuertista de 1924? Siete mil. ¿Cuántos en la Cristiada (movimiento iniciado por Calles)? Entre 25 mil y 30 mil cristeros y 50 mil federales. ¿Cuántos vasconcelistas fueron ejecutados en Topilejo? Quizá un centenar. ¿Cuántos estudiantes murieron en Tlatelolco? Quizá 300.

Si Díaz fue implacable con los yaquis, no lo fueron menos los gobiernos revolucionarios de Obregón y Calles. Entre octubre de 1926 y abril de 1927, convencido de que se abría “una brillante oportunidad para acabar con una vergüenza para Sonora” (frase de Obregón), el gobierno de Calles envió 15 mil hombres a arrasar a los yaquis, a quienes bombardeó (usando gases) con aviones de la Fuerza Aérea Mexicana.

Y si Díaz fue implacable con los indígenas sublevados, Benito Juárez –al que López Obrador y muchos mexicanos admiramos– no lo fue menos. En 1868, Juárez reprimió a los indios mayos de Sonora (lo apoyó el legendario jefe yaqui Cajeme). Años más tarde, el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada encomendó al general Ignacio Pesqueira la represión de mayos y yaquis, ya unidos y comandados por el propio Cajeme (que había vuelto a sus raíces). Y frente a la rebelión maya en Chiapas, Juárez actuó con igual dureza: en 1869, cerca de 800 indígenas tzeltales y tzotziles y 200 blancos y mestizos murieron en una guerra de tintes raciales y religiosos. (2)

Los datos no mienten, los gobiernos sí. Porfirio Díaz hizo correr sangre. Pero no tanta como muchos caudillos y gobernantes que pertenecen al Panteón Nacional.

NOTAS

1. La fuente de su equívoco está en un pasaje de la Historia moderna de México, tomo IV, en el que su autor, el gran historiador Moisés González Navarro, transcribió unas declaraciones del gobernador porfirista Luis E. Torres al periodista Elisha Hollingsworth Talbot agregando inadvertidamente un cero. Cuando este le reclamó los “miles de soldados y decenas de miles de yaquis que han muerto en combate”, Torres lo refutó: “No más de 1,500 yaquis y 200 soldados han muerto en las varias batallas que han ocurrido…” (“The truth about Mexico”, Moody’s Magazine, enero de 1910, p. 23. Se puede consultar en línea aquí.)

2. Las cifras provienen de estas fuentes: Inegi, Estados Unidos Mexicanos. Cien años de censos de población, 1996; Jean Meyer, La Revolución mejicana, Dopesa, 1973; Julián Herbert, “La casa de Lim”, Letras Libres, junio de 2015; Jean Meyer, La Cristiada, Siglo XXI Editores, 2003; Alfonso Taracena, La verdadera Revolución mexicana. La tragedia vasconcelista, Jus, 1960; Octavio Paz, Posdata, Siglo XXI Editores, 1970; Jean Meyer, Historia de la Revolución mexicana, 1924-1928. Estado y sociedad con Calles, El Colegio de México, 1977; Luis González y González, El indio en la era liberal, Clío, 1996.

Publicado en Reforma el 23 de enero de 2022.

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