La historia de México es una hazaña que podemos celebrar con legítimo orgullo, porque no desmerece ante las más dramáticas epopeyas de la Antigüedad y porque posee una característica única.
A diez años de distancia creo que el ensayo "Por una democracia sin adjetivos" sigue vigente en sus propuestas principales, falló un tanto en su lectura de las circunstancias y contiene errores de apreciación histórica y política que conviene señalar.