Hace apenas unos meses, las encuestas de Latinobarómetro (la empresa chilena que recoge el pulso de los tiempos en nuestro continente) mostraban el compromiso de una mayoría de los mexicanos con la democracia y una desconfianza proporcional con las alternativas autoritarias.
México no puede simplemente "enterrar" al viejo PRI. Pero a través de la democracia y la transparencia pública, puede seguir desmontando las estructuras corporativas, las redes de corrupción y la mentalidad paternalista.
El Instituto Mexicano del Seguro Social, creado en tiempos del general más sensible de la Revolución (Manuel Avila Camacho), es el heredero de una tradición muy antigua.
América Latina es un polo excéntrico de Occidente, pero es Occidente. Para seguir siéndolo necesita mirar hacia la España moderna, no hacia el pasado indígena o virreinal.
Hay un axioma en la política: quien se rehúsa a ejercer el poder que le fue conferido, provoca un vacío que, al llenarse, se revierte contra quien dimite, y no sólo lo derrota: lo desprestigia, lo humilla y, a veces, lo destruye.