El adiós no es un adiós, querido Miguel Ángel. Tras cuatro décadas de seguirte en tus columnas y en la radio, todos nosotros -tus lectores, tus escuchas, discípulos y amigos- te llevamos dentro como una voz de la mejor conciencia mexicana.
Para enfrentar su indecible dolor, Javier Sicilia ha acudido a la fuente primera y última de su ser -su fe religiosa-, y desde allí lanza un llamado estremecedor a "todos los grupos" de este país (incluidas "las mafias del crimen organizado") para llegar a un pacto que nos permita detener la violencia y "recuperar el amor".
Como un símbolo de los inagotables recursos morales de México, la mejor biblioteca literaria del siglo XX se abre al público en un edificio que fue el emblema de la violencia artera y sediciosa.