En un transparente prólogo a las Páginas escogidas (1940), Antonio Castro Leal comparó algunos cuentos de Vasconcelos con los paisajes del pintor holandés Ruysdael, en los que una angosta faja de tierra sostiene un cielo inmenso.
El sentido apostólico de aquella Secretaría de Educación es lugar común. Era, claro, una empresa redentora, pero lo que interesa es averiguar el sentido personal de esa redención.