La historia, todos lo sabemos, es una caja de sorpresas. Hace apenas 50 años era difícil prever que tres de los principales protagonistas de la Segunda Guerra Mundial -Estados Unidos, Japón y Europa- serían los triunfadores del siglo.
México es buena materia para noticias de primera plana en caso de catástrofes: derrumbes del peso, terremotos naturales o políticos, inundaciones, escándalos de droga y corrupción.
Aunque a nadie le gusta perder, perder es una experiencia tan natural en la vida de las naciones, las sociedades, las empresas, las familias y las personas que quien no aprende a perder tampoco sabe ganar.
No se ha escrito la historia de los movimientos estudiantiles en México. Podría tal vez remontarse a las algazaras de la época virreinal pero en realidad comenzó a fines de 1884.
Los malos hábitos tardan en morir. Los hábitos políticos aún más. Es el caso del presidencialismo mexicano, heredero de varias tradiciones prehispánicas y virreinales, pero sobre todo del caudillismo providencialista.
No está en la esencia de una empresa pública el ser ineficiente. Las empresas públicas, como todas las empresas, tienen una misión, un mercado y un desempeño, pero no una esencia.