Un líder y su equipo -me refiero, claro está, al "Vasco" Aguirre y la Selección- han levantado el ánimo nacional y han merecido el elogio unánime de la prensa internacional, aun de la más crítica.
La idea de la niñez ha cambiado constantemente a través del tiempo. "No sin lamentarlo pero sin abatirme, he perdido dos o tres hijos en edad temprana -escribió Montaigne".
Debe de haber sido en los años sesenta. Entró en aquella boite de Acapulco como torera partiendo plaza. La seguía su marido, Alex Berger, y algún otro acompañante.
¿Sabe usted quién es su diputado? ¿Conoce el nombre de su senador? Si los amables lectores (personas que por principio tienen conciencia cívica y responsabilidad política) responden negativa o dubitativamente (como es probable) a estas dos sencillas preguntas, imaginemos lo que ocurre con el grueso de la ciudadanía.
El 4 de febrero de 1902 nació Manuel Álvarez Bravo, el fotógrafo cuya obra -como pedía Ramón López Velarde- ha sido fiel al espejo diario de nuestra suave patria, de nuestra patria cruel.