La alternancia, en teoría, no es una condición necesaria ni por lo tanto suficiente para la democracia. El electorado, en teoría, puede optar eternamente por un partido político a expensas de sus competidores.
Hipótesis casi axiomática: la riqueza de experiencia práctica hace buenos políticos. En la historia norteamericana, el ejemplo supremo fue Abraham Lincoln.
En el fin del milenio se practicó con exceso la dudosa ciencia de la celebridad, esa pasión por la contabilidad histórica que consiste en hacer simples listas de "los mejores y más brillantes".
La historia, todos lo sabemos, es una caja de sorpresas. Hace apenas 50 años era difícil prever que tres de los principales protagonistas de la Segunda Guerra Mundial -Estados Unidos, Japón y Europa- serían los triunfadores del siglo.